A veces me agrada estar en soledad... a veces no. Usualmente estando en soledad, escribo versos y prosa que para mí son hermosos; no sé que opinan los demás sobre los mismos, pero eso es lo que menos me interesa pues yo escribo para mí, para mi corazón, salvo... que escriba para alguien en especial. Otras veces la soledad no me agrada... todo es según el estado de ánimo.
Hay personas que adoran la soledad; otras que la detestan. Todo depende, de cómo y con quien. Yo me puedo sentir muy solo en un lugar lleno de gente o aún estando acompañado. Y supongo que eso ocurre a muchos.
Dicen que la soledad no es buena compañera. También depende de cada uno y de su estado de ánimo. Yo he navegado mucho tiempo en soledad, acompañado solamente por el mar, la luna y las estrellas o el sol y me he sentido muy bien. También he navegado en buena compañía.
La soledad no es buena amiga, dicen, y menos aún cuando no fue producto de elección alguna. Su peso a veces agobia y las simples amistades no amenguan sus efectos. Puede ser, sí, que cuando llega sin ser invitada puede ser muy agobiante.
También dicen que la soledad no es buena consejera tampoco. Pero no estoy totalmente de acuerdo en ello. Usualmente, a mí me ha aconsejado siempre bien, pero no dejo de reconocer que para otras personas no sea una buena consejera.
Pero el vivir mucho tiempo en soledad y me refiero a vivir sin amor de pareja, que puede ser conviviendo o no, hace que se contraigan ciertos hábitos a los que luego es difícil renunciar o dejar de lado. Uno se acostumbra. Se ensalza y glorifica la libertad de acción, ese terror a perder la libertad, de movimientos, de no tener que dar explicaciones de tiempos y salidas...
Pero no es tan así..., pues al regresar al hogar y saber que se está solo con uno mismo, inevitablemente, el dejo de tristeza y melancolía nos acompañará permanentemente sin que nos demos cuenta, y cuando reaccionemos al ver la realidad, ya será demasiado tarde.
En realidad para mí el demasiado tarde no existe para la mayoría de las cosas terrenales, pero nuestra mente es tan misteriosa, que en cuestiones del amor nunca se sabe...
¿Qué cosa hay más bella que el amor? Si bien a veces me refiero al amor en general, en este momento me refiero muy especialmente al amor que uno siente a ese ser tan especial que nos abre su vida, que nos entrega su corazón, que nos da todo sin pedirnos a cambio nada más que nuestro amor. La entrega, ese sentimiento tan bello que nos hace sentir eso tan maravilloso en nuestra espalda y en nuestro estómago.
Tan hermoso es este amor, que fue el causante del origen de nuestras vidas. Además, es el causante de la sonrisa perpetua en nuestros rostros y de la brillantez de nuestros ojos.
Hay personas que adoran la soledad; otras que la detestan. Todo depende, de cómo y con quien. Yo me puedo sentir muy solo en un lugar lleno de gente o aún estando acompañado. Y supongo que eso ocurre a muchos.
Dicen que la soledad no es buena compañera. También depende de cada uno y de su estado de ánimo. Yo he navegado mucho tiempo en soledad, acompañado solamente por el mar, la luna y las estrellas o el sol y me he sentido muy bien. También he navegado en buena compañía.
La soledad no es buena amiga, dicen, y menos aún cuando no fue producto de elección alguna. Su peso a veces agobia y las simples amistades no amenguan sus efectos. Puede ser, sí, que cuando llega sin ser invitada puede ser muy agobiante.
También dicen que la soledad no es buena consejera tampoco. Pero no estoy totalmente de acuerdo en ello. Usualmente, a mí me ha aconsejado siempre bien, pero no dejo de reconocer que para otras personas no sea una buena consejera.
Pero el vivir mucho tiempo en soledad y me refiero a vivir sin amor de pareja, que puede ser conviviendo o no, hace que se contraigan ciertos hábitos a los que luego es difícil renunciar o dejar de lado. Uno se acostumbra. Se ensalza y glorifica la libertad de acción, ese terror a perder la libertad, de movimientos, de no tener que dar explicaciones de tiempos y salidas...
Pero no es tan así..., pues al regresar al hogar y saber que se está solo con uno mismo, inevitablemente, el dejo de tristeza y melancolía nos acompañará permanentemente sin que nos demos cuenta, y cuando reaccionemos al ver la realidad, ya será demasiado tarde.
En realidad para mí el demasiado tarde no existe para la mayoría de las cosas terrenales, pero nuestra mente es tan misteriosa, que en cuestiones del amor nunca se sabe...
¿Qué cosa hay más bella que el amor? Si bien a veces me refiero al amor en general, en este momento me refiero muy especialmente al amor que uno siente a ese ser tan especial que nos abre su vida, que nos entrega su corazón, que nos da todo sin pedirnos a cambio nada más que nuestro amor. La entrega, ese sentimiento tan bello que nos hace sentir eso tan maravilloso en nuestra espalda y en nuestro estómago.
Tan hermoso es este amor, que fue el causante del origen de nuestras vidas. Además, es el causante de la sonrisa perpetua en nuestros rostros y de la brillantez de nuestros ojos.
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Armando Maronese
D., 23 de noviembre de 2008
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