jueves, 5 de abril de 2007

Paseo por mi ciudad: Guanajuato.

Deseo platicar algo, que aunque en un principio, suena a relato personal, al final será compartir un poco de lo que la ciudad de Guanajuato brinda a los que la visitan y a los que en ella viven.

La ciudad de Guanajuato, es la capital del Estado con el mismo nombre. Es patrimonio de la humanidad y cede de innumerables Festivales y eventos artísticos, culturales, cine, etc. Tenemos el Festival Cervantino que es la máxima gloria de la ciudad.

Posee edificios históricos de gran belleza, plazas, jardines, callejones, túneles y su despliegue colorido de casas por las subidas de la sierra, es muy agradable.

Cuando camino por sus calles, tan llenas siempre de novedades culturales, un suspiro inevitablemente me sale del pecho.

El ambiente universitario, turístico, artístico es otro atractivo, y cautiva... Y yo, que soy muy apasionada de la vida, descubro que pequeñas cosas me despiertan los sentidos.

Caminando por un callejón angosto, comienza la experiencia sensorial: por la vista llegan los colores ocres y luminosos de las fachadas de las pequeñas casas, con balcones y ventanales de madera protegidos por la herrería hermosamente diseñada y trabajada por guanajuatenses. Estas ventanas, en su mayoría siempre están abiertas y los curiosos nos asomamos por ellas y vemos los grandes salones antiguos de las casonas de familias típicas de la ciudad.

Algunas muy afortunadas, lucen sus tapetes y sillones de terciopelo que hace años eran una elegancia, sin faltar el piano negro de cola y los retratos de patriarcas o personajes históricos, que cuelgan humedecidos por las paredes.

Pero los aromas llegan también a nuestra nariz, suben al cerebro y se depositan en el alma..., aromas a almuerzos o meriendas en dichas casas, o a los comercios, bares y cafeterías que se plantan sobre las banquetas de las calles y plazas..., aromas a café, pan recién horneado...

Y las flores ni se diga..., qué colorido a las afueras del mercado, que tan sólo su fachada es de belleza extrema, construido en el Porfiariato que parece más bien estación antigua de trenes que mercado de alimentos y artesanías. Y me topo con los alcatraces, mi flor favorita, tan frescos, tan firmes y bellos.

Oído, tacto..., estos vibran cuando se escuchan las campanas de los Templos, el vuelo de las palomas, o en la lejanía un grupo de mariachis tocando canciones a unos enamorados o a los turistas. Y en cuanto al tacto..., sentimos cuando traspasando los zapatos, las piedras y adoquines de las calles, nos hacen caminar cuidadosamente, y más que ciudad anclada en el pasado, pienso que sigue de esta forma para detenernos a observar cada espacio o rincón por el que pasamos. De esta forma, disfrutando el encuentro que tenemos con el pasado y el presente, descubro que en el mundo todavía existen sitios mágicos, llenos de esa fuerza para despertar los sentidos en el cuerpo y experimentar felicidad y vida.

Y es entonces cuando el libro del escritor mexicano Carlos Fuentes, "Las buenas conciencias", que marcó mi vida y sigue siendo mi favorito, me emociona porque está desarrollado en esta ciudad, y leerlo a medida que se conoce cada rincón que describe, es como ser parte de esa historia que un día, Fuentes plasmó majestuosamente en la narrativa de este libro.

Guanajuato es un pedazo de mi corazón, que quise compartir.

Teresita del Niño Jesús García Ahued
05 de abril de 2007

1 comentario:

Unknown dijo...

me gusto su descripcion sobre guanajuato, me inspiro, ya que visite este bonito lugar en octubre de este anio...

gracias
Letty
Cd. Juarez