jueves, 18 de marzo de 2010

¿Tú hasta cuándo? Yo ya me cansé


Sangra y llora de una vez que me tienes cansada. Estoy agotada de recoger tus lágrimas cuando pierdes las batallas. Con mis manos uno los trozos de piel cuidando que te cierren las heridas; pero tú como adicta al dolor, te las ingenias para desgarrarte un nuevo trozo de piel sana cada día.
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Acaba de una vez o parte hacia levante, yo ya no quiero ir detrás de ti con paños blancos cubriendo tus heridas. Pero mujer... ¿Qué no te das cuenta? Ya te queda poca piel sin lastimar ¿Qué buscas entonces, esperar que alguien te hiera de una sola tajada desde la punta de tus cabellos hasta la punta de tus pies?
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¿Por qué cuidas con tanto afán a ese pequeño que salió de tus entrañas y no eres capaz de cuidar a tus entrañas mismas? ¿Con cuál herida crees que puedas detenerte? No te dañes más alma mía.
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Cierra los ojos y vuelve a tu infancia, refúgiate en los brazos que tanto conoces. Pero vuelve enseguida frente al espejo y mira tu reflejo que ya no puede más. Y no bebas más de esas botellas con agua añeja de Lourdes y Fátima; la sanación está dentro de ti misma, no en las aguas de ese manantial.
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A mí me tienes agotada y tú... ¿No estás cansada de ti? Anochece la misma luna y amanece el mismo sol, pero ya basta de que tú seas siempre la misma.
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No habrá manera de borrar tus cicatrices, pero deja ya de ser toda tú una gran cicatriz. No digas que mañana, porque mañana se convertirá en otro mañana. Yo ya no puedo sostenerte, mis fuerzas terminaron hoy. Te haces demasiadas heridas y solo tengo dos manos que se han cansado de unirte la piel.
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Ya no llores mirando al cielo y ni gimas mientras escarbas la tierra. Tu respuesta está arriba y no abajo; confía en lo que no ves y no en lo que ya no está porque se volvió parte del mismo suelo. El cielo azul es infinito ¿Tienes una venda en los ojos? Las heridas no cierran con lodo, más bien aún las infectan.
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Y no tomes la guitarra en el fresco de la noche y toques alocadamente las cuerdas. No te embriagues de compasiones ni de justificaciones, que de esto ya estamos hartas. No esperes que frotando la luna aparezca una gitana, ni creas que dos monedas de plata compran tu futuro.
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Aspira el aire y que el olor a pasto te llene de vida los pulmones. Báñate en el río y despójate de toda la ropa. Sueña con lo que hoy te hace tanta falta. Escribe en una gran roca tus nuevas leyes y vuelve a ella cuando claudiques.
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Y perdona que cansada de acompañarte, hoy me detenga en el camino y te diga adiós. Y por favor olvida que mi nombre es igual al tuyo, de cambiármelo me encargo yo.
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Por Teresita García Ahued
V, 18 de mayo de 2007
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