martes, 24 de julio de 2007

Poema LXVI

No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de Enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Pablo Neruda
Cien sonetos de amor

Aquí te amo

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.

S e destiñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas estrellas.
O la cruz negra de un barco. Solo.

A veces amanezco, y hasta mi alma está húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.

Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.

Y me veo como estas viejas anclas.
Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estas distante.

Mi hastío forceja con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme,
la luna hace girar
su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes,
y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas
de alambre.

Pablo Neruda

viernes, 13 de abril de 2007

Pienso - Parte 1

Voy caminando como diariamente lo hago, siempre pensativo. Me gusta mirar las vidrieras de los negocios; me detengo, observo y sigo caminando.

Pienso, pienso, en lo que me hace falta, en el libro que me agrada, en la música que me gustaría comprar, en la vida, en los cambios que la misma me hizo, en las cosas que me han pasado, en mi soledad y..., en ella, en esa hermosa mujer que, después de tantos años juntos, ya no se fija en mí y en lo que debo hacer para que nuevamente, vibre su corazón. Estoy solo.

Este hoy, con toda mi soledad, sin alegrías, con muchos pesares, es mi vida, es lo único que tengo. Pero, no puedo conformarme con eso.

Necesito que ella se fije en mí; lo necesito como el aire que respiro; sin ella es ir muriendo poco a poco. Tengo una sola vida y no puedo renacer; tengo que ser feliz. Yo me caigo cuando no soy amado, cuando nadie me necesita. Estoy vivo, pero...

Sé distinguir las cosas, tengo un fino olfato. Distingo el olor de las flores, de las cosas, el olor del mar que siempre tanto me atrajo, así como el del campo y..., el olor de su piel que conservo como un tesoro, cada vez que la beso en la mejilla.

Pero sé distinguir los colores gracias a ella. Me enseñó a descubrir el verde del azul, del rojo, del amarillo, el color del mar que ya no lo conocía a pesar de estar tanto tiempo en él, al igual que el verde y marrón del campo, que lo había olvidado después de haberlo visto tanto tiempo.

Ya no recordaba los colores, pues para mí todo era de color gris. Ahora amo los colores, la amo a ella, amo sus ojos. El color de sus ojos, es el que siempre me ayuda a descubrir la luz de las pequeñas cosas.

Amo su boca y quiero besarla; amo su piel y quiero besarla. Mi beso es una sed loca que no la sacia el beber; sólo lo haría su boca si tuviera la misma sed...

Sigo caminando, cruzo una plaza donde están cortando el césped; aspiro profundo y me lleno de ese aroma tan grato. Pero a pesar que todas las plazas son iguales, tengo la mía donde me siento siempre en el mismo banco, donde pienso, donde desarrollo o escribo mis notas, donde todo es más hermoso. El olor de sus flores, de su césped, de sus árboles..., sólo falta el olor de su piel. Y me siento en el mismo banco, porque sólo en él la percibo muy cerca de mí; no sé cual es el motivo..., sólo sé que la siento tan cerca, pero no la veo.

Por ello, sigo encerrado dentro de mi soledad; esas rejas que no se ven y no me dejan salir. La soledad es ese llanto que no cae por las mejillas, pero duele en el alma. Hay lágrimas de tristeza y de alegría, pero no de soledad.

Me falta la compañera de esperanzas y desesperanzas, de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas. Alguien a quien amar, abrazar, acariciar, besar, a quien extrañar, con quien reír, con quien llorar, por quien estar de otra forma..., ella unida a mi vida.

Sin ella nada me sobra, todo me falta. Estoy vivo en soledad. Sé que nunca seré feliz sino controlo mis sentimientos. Nunca seré feliz si soy víctima de mis emociones, esclavo de mis pasiones o prisionero de mis esperanzas.

Pero como la vida tiene sus vueltas algo me dice, muy internamente, que ella puede venir algún día hacia mí; por eso no pierdo la esperanza. Si fuera así, sería el hombre más feliz del mundo. Quizás, algún día, ella quiera que mis ojos vuelvan a ver los colores, para admirar nuevamente su belleza. Quizás, algún día, ella quiera que mi corazón, despierte para recibir su amor. Quizás, algún día, ella quiera tenderme su mano, dispuesta a compartir.

Si ello sucediera, le abriría las rojas puertas de mi herida, para que penetre en lo más profundo de mi ser; que perciba la luz de mi alma y la fuerza de mi corazón destruyendo al dolor.

Su amor me devolvería la dicha de contemplar, con amor, una flor, las estrellas, el sol, el mar, el campo, un ave..., la vida. Sin amor la vida no existe, pues para amar vivimos. Sólo quien ama vive. Entonces sabré que todo aquello que florezca en mí, llevará su marca para siempre.

Si así no sucediera, le diré adiós y sé, que con esa despedida, mi esperanza morirá dentro de mí causándome mucho dolor. Pero le diré adiós para toda la vida, aunque toda la vida seguiré pensando en ella.

Y entonces, volveré a la soledad; mis días entrarán en tinieblas, pero sé que en mis noches, podré soñar; no tendré palabras pero sí mi pensar; mis ojos volverán a ver todo de color gris; pero también sé que en mi interior, sin que me dé cuenta, habrá claridad; mi boca estará sellada, pero el deseo de besarla se encontrará latente; mi corazón estará frío, pero sé que seguirán mis latidos para amarla... Todo será así. Sé que será así.

Sigo caminando, pienso, pienso...; pienso que no tengo nada de ella para apretar contra mi pecho en mis momentos de angustia y, entonces, en voz baja la nombro; mi voz sale entrecortada por el llanto silencioso.

Pienso que a veces, es demasiado tarde para empezar de nuevo.

® 1998 Armando Maronese
M., 15 de septiembre de 1998

Pienso - Parte 2

Pasó el tiempo y se produjo el milagro. Volvíamos de hacer unas diligencias, cuando noté algo extraño en ella.

Hacía mucho calor ese día. De pronto, se volvió hacia mí y me dijo: ¡qué calor hace hoy!. Entonces pude percibir en sus ojos, esa sutil invitación al beso.

Me acerqué a ella, la tomé por la cintura, acerqué mis labios a los suyos, la besé con pasión desenfrenada y cual fue mi sorpresa, al sentirme correspondido.

Oh!, mi mente se elevó, mi corazón empezó a latir fuertemente y noté también, el brío del suyo. ¡Qué dicha inmensa!. Volverla a tener entre mis brazos, oler nuevamente su piel hasta ahora lejana, besarla nuevamente.

En ese momento me olvidé de mi soledad, de mi tristeza y de todos mis pensamientos. En ese instante, me importó sólo ella y nada más que ella. No existía nada más para mi.

Tuvimos larga charla ese tarde y esa noche. Hablamos mucho y aclaramos mucho también. Hablamos como gente adulta y en forma serena. Luego..., nuestro amor fue desenfrenado.

Pasaron los días, los meses, los años y hoy la tengo más mía que nunca. Dios mío, como la amo. La quiero con ese amor que duele, pero me gusta.

Huelo nuevamente, las flores, el césped recién cortado, los árboles y su piel. Diferencio nuevamente los colores. Ya no sigo encerrado en mi soledad, no tengo más las rejas que no se ven y no me dejaban salir; ya no tengo más ese llanto que no cae por las mejillas y que duele en el alma.

Tengo nuevamente a mi compañera de esperanzas y desesperanzas, de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas. Alguien a quien amar, abrazar, acariciar, besar, a quien extrañar; con quien reír, con quien llorar, por quien estar de otra forma..., ella unida a mi vida.

Con ella todo me sobra y nada me falta. Estoy vivo sin soledad.

¿Soledad?, ¿donde estás?. Ya no pienso más en ti.

® 1999 Armando Maronese
J., 18 de febrero de 1999

Soledad

Ella es una mujer,
que en la vida fue herida
y que en su vida,
algo perdió.
.
Busca constantemente
pero su mirada,
se pierde tristemente
en la distancia.
.
Yo soy un hombre.
También en la vida fui herido
y en la vida algo perdí.
Perdí mi alegría y entré en soledad.
.
También busco,
constantemente,
pero en cambio mi mirada
se pierde en el vacío.
.
Un día nos encontramos y,
con el tiempo, nuestros ojos brillaron.
Ella quería y creaba esperanza
y yo tenía sed de ella. Su mirada, mi vida salvó.
.
Vi la frialdad,
la ternura y el amor,
bajo la ola cristalina y traslúcida
de sus ojos almendrados.
.
Comencé entonces a ver todo mas bello,
a tener esperanza,
a reencontrarme con la poesía,
con la música y con la vida.
.
Acariciar su cabello, color caoba, quería.
Si sonrío ella sonríe,
si soy dulce y tierno,
su voz se torna suave y melodiosa.
.
Pero tengo mis caídas y ella pierde su sonrisa.
Sé que de mi depende que su rostro sea distinto.
Ella quiere ver el mío sonriente,
oír las frases mas dulces esta noche.
.
Ella es hermosa y yo,
no puedo negarme el mirar su belleza.
Lo hermoso para mi no existía,
porque no la había conocido.
.
Pero un día, no hace mucho,
no se que dije o hice.
El tono de su voz cambió,
la sonrisa de su rostro desapareció.
.
Y yo comencé,
el lento regreso hacia la nada,
porque tras de mí latente estaba,
la tristeza, todavía.
.
Fue un empezar a revivir
en la terrible soledad,
porque simplemente ya no tenía,
su sonrisa y la dulzura de su voz.
.
Nunca se lo dije,
pero sigo teniendo sed de ella.
VIDA, si la ves algún día pasar,
bésala de mi parte.
.
Dile que la sigo esperando,
que mi sed no se calma,
y que mis ojos no ven los colores.
Cuéntale que aún la amo.
.
Armando Maronese
© Mi., 16 de abril de 1997

domingo, 8 de abril de 2007

Te sueño


En mis sueños yo te siento,
te enamoro, te contemplo, te acaricio,
...me convierto en un sumiso.
son tus labios los que muerdo...

Son tus labios mi deseo.
A ellos beso con delirio,
con antojo,
con deseos de tenerlos...

Son tus senos mi locura,
mi tormento desmedido,
mi deseo de morderlos,
que me mata con pasiones...

De ellos lamo su dulzura,
y me pierdo en la ternura
de tus frases y gemidos,
de tus besos y caricias...

Son tus muslos abrazados
a mi espalda, que me atraen,
me reclaman
y me llenan de esperanza...

Y me pierdo en la lujuria
de tenerte, de comerte...
de fundirme con tu cuerpo
con el suave movimiento de caderas

De sudores que se mezclan,
con olores que perfuman
y se quedan impregnados,
en lo blanco de mi lecho...

En mis sueños yo te siento
tan real y tan adentro,
que en mi cuerpo quedan huellas
que descubro, cada vez cuando despierto.
.
.
(R) 1999, Armando Maronese

viernes, 6 de abril de 2007

Lujuria

Cuando murmuras con nervioso acento,
tu cuerpo hermoso que a mi cuerpo toca,
y recojo en los besos de tu boca
las abrasadas ondas de tu aliento.
.
Cuando más que ceñir, romper intenso
una frase de amor que amor provoca,
y a mí te estrechas delirante y loca,
todo mi ser estremecido siento.
.
Ni gloria, ni poder, ni oro, ni fama,
quiero entonces, mujer. Tu eres mi vida,
ésta y la otra si hay otra; y sólo ansío
gozar tu cuerpo, que a gozar me llama,
¡ver tu carne a mi carne confundida
y oír tu beso respondiendo al mío!...
.
Miguel de Unamuno (1864-1936)

Hay besos

Hay besos que pronuncian por si solos,
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.
.
Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan solo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.
,
Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.
.
Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuántas rosas en broche han deshojado.
.
Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.
.
Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.
.
Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.
.
Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bocas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien, son besos míos
inventados por mí, para tu boca.
.
Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.
.
Te acuerdas del primero...? indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.
.
Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios.
Te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.
.
Yo te enseñé a besar: los besos frío
sson de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
.
Gabriela Mistral (Poetisa chilena)

jueves, 5 de abril de 2007

Ojos claros

En este momento parece que estoy un poco romántico, pero no es así; en este momento no; un poco caído, sí, ¿demasiado? No lo sé. Mucho trabajo y problemas quizás, ¿será así? Puede ser, no lo sé.
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Mi corazón está agitado, demasiado. Hoy pensé en un Arco Iris y mi alma saltó. Saltó de alegría sin fin. ¿Una fecha especial? No lo sé, nada sé. Pero el Arco Iris no llegó.
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Pensando, sonreí. Pensé en ella, aunque no la conozco, ¡ay de mi!. ¿Dolor quizás? Puede ser. ¿Cómo serán sus ojos?. Pienso lo que despiertan sus ojos y pienso y pienso...
.
¿Como han de ser tus ojos?. Mujer, no tendré un beso de niño para ti, ni de joven, ni de viejo, ni de amante.
.
Cuando pueda verte, algún día y vengas a mí, no besaré tus mejillas, ni tu frente ni tus labios. Pondré mi boca en los pliegues recogidos de tus párpados y beberé el agua clara, que suba a tus ojos claros.
.
Trae unos ojos claros, mujer, trae unos ojos claros; de un claro tranquilo y sereno, pues tengo sed. Sed de peregrino cansado, de muchas jornadas duras, por caminos solitarios y quiero llevar mis labios al agua clara y tranquila, de un remanso que refleje un cielo tranquilo y claro.
.
Pero todo fue un sueño, porque todavía no te conozco. Conozco, eso sí, tu alma, tu corazón, tu forma de pensar, tus miedos y tus deseos. ¿Traicionaré tu confianza en mí?. No, no lo haré. Solo besaré tus mejillas y tus párpados con un beso de amigo y algo sí quiero hacer, acariciar tu cabello ondulado y claro y mirar en lo profundo de tus ojos claros.
..
FIN
.
Bueno..., parece que he estado soñado despierto, pero ya se terminó mi sueño de los ojos claros, el cabello ondulado y claro y todas esas cosas que son hermosas, que a veces aparecen por mi mente clara, y esto me hizo recordar un poema mío que grandes halagos me ha dado y que quizás alguna vez haya sido leido; pero no importa eso, no importa que nadie lo haya leido. Yo, siento la necesidad de leerlo de nuevo .....
.
© 2004, Armando Maronese
V. 11.06.2004
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J. 05 de abril de 2007

Versos sobre tu piel

Esta noche escribiré mi poema sobre tu piel;
esa piel que luces, sedosa y sensual.
Mis poemas serán de fuego y pasión
y desde ahora, mi pequeña, serán para ti.
.
Serás mi inspiración más hermosa,
pues tus labios y tus ojos me invitan a soñar.
Mi tierna y amorosa niña, eso eres para mi;.
tu mirada me atrapa y no me deja descansar.
.
Poeta de versos y caricias soy,
hermosa mezcla entre tú y yo.
Tomarte por la cintura quisiera
atraerte y besarte con pasión.
.
Que sea tu cuerpo el papel para escribir,
para volcar en él mi pasión desenfrenada.
Tuyo es mi sentir y desde ahora,
en mis versos te voy a describir.
.
Adormeces mi mente, mi pequeña,
y ya eres dueña de mi corazón.
Déjame descubrir tu cuerpo.
Deja que mis versos se posen sobre él.
.
Amor mío, deseo acariciar tu piel,
besar tus párpados y saborear tu beso
y, si tú quieres, podré armar nuestro lecho
y despertar junto a ti.
.
© 2003, Armando Maronese
V., 05 de diciembre de 2003
.
J, 05 de abril de 2007

Paseo por mi ciudad: Guanajuato.

Deseo platicar algo, que aunque en un principio, suena a relato personal, al final será compartir un poco de lo que la ciudad de Guanajuato brinda a los que la visitan y a los que en ella viven.

La ciudad de Guanajuato, es la capital del Estado con el mismo nombre. Es patrimonio de la humanidad y cede de innumerables Festivales y eventos artísticos, culturales, cine, etc. Tenemos el Festival Cervantino que es la máxima gloria de la ciudad.

Posee edificios históricos de gran belleza, plazas, jardines, callejones, túneles y su despliegue colorido de casas por las subidas de la sierra, es muy agradable.

Cuando camino por sus calles, tan llenas siempre de novedades culturales, un suspiro inevitablemente me sale del pecho.

El ambiente universitario, turístico, artístico es otro atractivo, y cautiva... Y yo, que soy muy apasionada de la vida, descubro que pequeñas cosas me despiertan los sentidos.

Caminando por un callejón angosto, comienza la experiencia sensorial: por la vista llegan los colores ocres y luminosos de las fachadas de las pequeñas casas, con balcones y ventanales de madera protegidos por la herrería hermosamente diseñada y trabajada por guanajuatenses. Estas ventanas, en su mayoría siempre están abiertas y los curiosos nos asomamos por ellas y vemos los grandes salones antiguos de las casonas de familias típicas de la ciudad.

Algunas muy afortunadas, lucen sus tapetes y sillones de terciopelo que hace años eran una elegancia, sin faltar el piano negro de cola y los retratos de patriarcas o personajes históricos, que cuelgan humedecidos por las paredes.

Pero los aromas llegan también a nuestra nariz, suben al cerebro y se depositan en el alma..., aromas a almuerzos o meriendas en dichas casas, o a los comercios, bares y cafeterías que se plantan sobre las banquetas de las calles y plazas..., aromas a café, pan recién horneado...

Y las flores ni se diga..., qué colorido a las afueras del mercado, que tan sólo su fachada es de belleza extrema, construido en el Porfiariato que parece más bien estación antigua de trenes que mercado de alimentos y artesanías. Y me topo con los alcatraces, mi flor favorita, tan frescos, tan firmes y bellos.

Oído, tacto..., estos vibran cuando se escuchan las campanas de los Templos, el vuelo de las palomas, o en la lejanía un grupo de mariachis tocando canciones a unos enamorados o a los turistas. Y en cuanto al tacto..., sentimos cuando traspasando los zapatos, las piedras y adoquines de las calles, nos hacen caminar cuidadosamente, y más que ciudad anclada en el pasado, pienso que sigue de esta forma para detenernos a observar cada espacio o rincón por el que pasamos. De esta forma, disfrutando el encuentro que tenemos con el pasado y el presente, descubro que en el mundo todavía existen sitios mágicos, llenos de esa fuerza para despertar los sentidos en el cuerpo y experimentar felicidad y vida.

Y es entonces cuando el libro del escritor mexicano Carlos Fuentes, "Las buenas conciencias", que marcó mi vida y sigue siendo mi favorito, me emociona porque está desarrollado en esta ciudad, y leerlo a medida que se conoce cada rincón que describe, es como ser parte de esa historia que un día, Fuentes plasmó majestuosamente en la narrativa de este libro.

Guanajuato es un pedazo de mi corazón, que quise compartir.

Teresita del Niño Jesús García Ahued
05 de abril de 2007

Rima LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a tus cristales,
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas, que aprendieron nuestros nombres,
esas... ¡no volverán!.

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas,
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
esas... ¡no volverán!.

Volverán del amor en tus oídos,
las palabras ardientes a sonar.
Tu corazón de su profundo sueño,
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!.

Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas y Leyendas)

Rima XVI

Si al mecer las azules campanillas de tu balcón,
crees que suspirando pasa el viento murmurador,
sabe que, oculto entre las verdes hojas,
suspiro yo.

Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor,
crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz,
sabe que, entre las sombras que te cercan,
te llamo yo.

Si te turba medroso en la alta noche tu corazón,
al sentir en tus labios un aliento abrasador,
sabe que, aunque invisible, al lado tuyo,
respiro yo.

Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas y Leyendas)

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
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Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
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Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
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Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
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La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
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Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
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De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
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Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
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Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
.
Pablo Neruda