martes, 8 de abril de 2008

Andanzas de los enamorados

Ven amada mía, vayamos por aquí.
Caminemos por la arena
y que nuestros pasos estremezcan
el silencio cálido de la noche...
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Mi mano en tu cintura, tu cabello en mi cara,
travieso juego del viento...
Luz plateada proyectando sombras alargadas.
¿Somos de este mundo, amor?
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No digamos nada, sólo mirémonos.
Vaciemos nuestras mentes,
inundemos nuestros corazones
y sintámonos fundidos el uno en el otro.
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Así, en esta playa de la Villa
en sombras y sin nombre,
andemos nuestras querencias,
lejos del ruido y de miradas intrusas.
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Reposas tu cabeza en mi hombro. Tranquila.
Percibo tu límpida fragancia de muchacha pulcra,
que llega hasta mi nariz y va,
directa a hacer latir con fuerzas mi corazón.
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No hace falta nada más. Todo está.
La noche, la luna, las Tres Marías,
el viento, el ruido de las olas, tu presencia...
Todo lo tengo en mi mano aferrada a tu cintura.
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Amor, cuanto te quiero.
¿Desearte? Es poco...
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Armando Maronese
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L, 14 de enero de 2008