jueves, 5 de marzo de 2009

Se nos va el amor

Las horas que pasan tan crueles me asustan. Tu ausencia se ahonda más y más, y siento que el alma se muere de frío, pues falta el cariño que ya no tendrá. . Tal vez sea cierto que cuando dos seres se encuentran queriendo buscar el amor, es el sufrimiento que marca sus pasos, y la incertidumbre se vuelve temor. . Recuerdo otros días que fueron felices, cuando las palabras gritaban pasión, hoy sólo nos queda retazos de tiempo, y en nuestro recuerdo este gran amor. . Quizás sea posible volver al comienzo, restaurar la dicha en el corazón, y será la gloria creer que es posible, sentir nuevamente aquella ilusión.
. Armando Maronese ( 2007)
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domingo, 8 de febrero de 2009

Mi vida en gris

Llueve en la ciudad y estoy tan triste, que los grises se mezclan con mi alma. Cada gota que cae me recuerda el sabor amargo de las lágrimas. Camino sin sentido por las calles, sólo escucho una voz en mis oídos. Que lástima, que muerde mis entrañas, porque dice que ya todo esta perdido El murmullo de la gente ya no escucho, ni el chasquido de baldosas a mi paso, sólo siento un gran frío que se cuela, no hay abrigo que pueda soportarlo Sólo oigo un latir enloquecido de un corazón que ruge desangrado. Se deshace en cada golpe, ya se muere, mas no deja de sentir lo que ha pasado...
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Armando Maronese
(Septiembre de 2007)

Mi amor por ti

Amarte con mi piel y con mi sangre, amarte con la esencia de mi ser. Sentir que todo puede revelarse, bebiendo tu ternura con placer. Tu alma está puesta en tu mirada, delicia de mis horas de candor, envuelta en torbellino de palabras, me dejo deslizar hacia tu amor. La aurora trae colores de nostalgias, la noche sus matices de pasión, en este colorido me abandono, queriendo presentir tu corazón.
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Quizás amor, yo nunca te lo diga, tal vez mañana tu no lo sabrás, Más quedará fundido en tu existencia, y esta historia de amor no morirá. Armando Maronese (Abril de 2005)

Amor negado

Camino, camino. Miro y no veo. Pudo ser mucho y fue tan poco. Es tan triste y es tan grande, pero a la vez tan pequeño.

Es tan hermosa. Ella... esa hermosa mujer que me desvive. Mi corazón vibra enloquecido cuando la veo. Tiene esos ojos color miel que me atrapan cuando me miran fijo, como ese torbellino en el mar. Pero ya no se fija en mí y me encuentro solo.

Ese amor que al final no se dio. Ese dolor que no se puede controlar... ¡como arde dentro de mí..! como duele. La ilusión se aviva y me consume lentamente. Me quema. Me hiere.

Estoy encerrado en mi soledad. La soledad es esa reja que no se ve y no me deja salir. La soledad es ese llanto que no cae por las mejillas pero duele en el alma. Hay lágrimas de tristeza y de alegría, pero no de soledad.

Ella es mi vida, ella es mi todo, pero se niega y me cierra la puerta aunque secretamente me ama. Tiene miedo. Miedo al dolor pues ha sufrido ya en épocas pasadas. Entonces, se encierra en sí misma con una capa protectora. Pero a veces me da amor, se entrega a mí y cuando lo hace, es pura ternura y pasión. Pero no deja estable su actitud y por ello no contagia su ilusión, ni su amor. Se guarda el dolor que la niega como dulzura. Su esperanza se desvanece y la sonrisa se escapa de su hermoso rostro.

Ella sabe que ese amor que no entrega en forma permanente, lleva su rostro y el mío. Tiene su voz y la mía. Tiene sus labios y los míos. Tiene sus caricias y las mías. Me falta la compañera de esperanzas y desesperanzas, de buenos y malos momentos, de alegrías y tristezas. Alguien a quien amar, abrazar, acariciar, besar, a quien extrañar, con quien reír, con quien llorar, por quien estar de otra forma..., ella unida a mi vida.

Aunque deseo tenerla entre mis brazos yo no necesito verla en presencia para amarla, pues la llevo en mi alma y muy dentro de mi corazón. Pero la veo en mi mente y escucho su suave, grave y dulce voz.

A veces, es triste y callada. A veces es risas y palabras. A veces es puro amor y pasión. Recuerdo su carita apoyada sobre mi hombro; sus ojos cerrados; su corazón latiendo acelerado.

Me tiene por entero y ella lo sabe. Porque la noche no tiene luna si ella no es la luna. Porque la tengo lejos y no es mía. Porque la llevo siempre aunque no esté conmigo. Porque la pienso sin que me piense.

El tiempo pasa y digo permanente su nombre en voz muy queda. También en silencio, para que nadie me escuche, para que nadie me la robe. Pero aunque no la tenga conmigo y esté lejos y el tiempo pase y yo diga su nombre, aunque ella no me escuche y no lo sepa, aunque no lo quiera... así la amo. No tengo nada de ella para apretar contra mi pecho en mis momentos de angustia y, entonces, en voz baja la nombro; mi voz sale entrecortada por el llanto silencioso.

Y yo la pienso y le digo: No te vayas ahora por favor, no me dejes así, sin empezar. No me dejes con todas estas frases y todos estos besos que son sólo para ti. No me dejes ahora en medio de este frío y de esta lluvia, en medio de esta calma y de esta noche; al menos permite que te hable de mi amor. Al menos escúchame y no me des la espalda y un adiós. No me dejes solo en la batalla pues quizás ésta sea la guerra para ganar. Escucha mi voz y deja que mis manos se expliquen mejor, en medio de esta noche y de este amor. No te vayas ahora. Ahora no.

Sin ella nada no tengo nada. Quizás, algún día, ella quiera que mi corazón, despierte para recibir su amor. Quizás, algún día, ella quiera tenderme su mano, dispuesta a compartir. Quizás algún día quiera que mis ojos vuelvan a admirar su belleza. Si ello sucediera, le abriría las rojas puertas de mi herida, para que penetre en lo más profundo de mi ser; que perciba la luz de mi alma y la fuerza de mi corazón destruyendo al dolor.

Donde hubo fuego sábanas gastadas quedan. Donde hubo amor sólo dolor. De no tenerla queda, y en medio de este tiempo, tiempo de no tenerla. Tiempo de soledad sin estar solo; tiempo de risas sin alegría. Y en medio de todo esto, sólo escucho su suave voz.

¿Y qué haría ella sin mis dudas, sin mis enfados y mis manos? Sin preguntas, sin respuestas. Sin respuesta a sus preguntas. ¿Y que haría sin mi voz, sin mi roce en su cabello, sin mi risa de sus bromas, sin mi forma de mirarla?

¿Y qué haría yo? Repartido entre las sombras. Descansando entre mis penas. Robándole palabras. Acechándola en el día. Transpirándola en la noche. Pintando de colores su luna y recorriendo sus volcanes.

¿Y como podría vivir de otra manera? Sin tenerla aquí bajo un cielo gris o luminoso. Sin poner rubor en sus mejillas. Sin que me tenga y sin tenerla mía. Y mojarnos juntos y querernos juntos. Sin verla alejarse y sin preocuparme. Y verla de cerca y querer besarla. Y verla bailar y al final del día poderla cobijar.

Este hoy con toda mi soledad, sin alegrías, con muchos pesares, es mi vida, es lo único que tengo. Pero no puedo conformarme con eso. Necesito que ella venga a mí; lo necesito como el aire que respiro, pues sin ella es ir muriendo poco a poco. Distingo el olor de las flores, de las cosas, el olor del mar y... el olor de su piel que conservo como un tesoro, cada vez que la recuerdo.

Y pasan los días y pasan las noches y yo sigo aquí pensando en sus ojos; esperando que llame y oír su risa, esperando un momento para darle un beso, queriendo abrazarla y decirle cuanto la amo...

Y hoy la veo tan lejos y la siento fría, y quisiera llevarla lejos de esta brisa, lejos de sus sueños, y poder llenarla de mil alegrías y sentirla cerca y tenerla mía...

Y pasan las noches y pasan los días, y se van los soles y se van las lluvias, y el Tiempo no para y es solo un pretexto para recordarle que hoy también... la amo.

Aunque amo los colores, hoy para mí todo es gris, salvo cuando pienso en sus ojos color miel. Amo sus ojos, la amo a ella entera. Amo su boca pequeña y quiero besarla; amo su piel y quiero olerla y besarla. Quiero lamerla. Mi beso es una sed loca que no la sacia el beber; sólo lo haría su boca si tuviera la misma sed... La siento tan cerca pero no la veo.

Extraño su boca, su lengua, sus ojos amorosos, su desesperación y pienso que los instantes perdidos son irrecuperables. La vida puede y deber ser vivida con lo que se nos presenta ahora, en el presente. Puede ser serena, puede ser competitiva, puede ser alegre, puede ser triste, pero siempre los momentos presentes son irrecuperables.

Si ella me amara, me devolvería la vida. Me devolvería la dicha de ver, de contemplar. Podríamos ver juntos el mar, las estrellas, la luna, el sol, las flores, la vida. Para amar vivimos y sin amor la vida no existe. Sólo quien ama vive. Si me ama, sabré que todo aquello que florezca en mí llevará su marca para siempre.

Y si decide no amarme, entonces seguiré encerrado en mi soledad; pero sabré sin que me dé cuenta, que en mi interior habrá claridad; mi boca estará sellada pero el deseo de besarla se encontrará latente; mi corazón estará frío pero sé que seguirán mis latidos para amarla.

Recuerdo un escrito de Rabindranath Tagore, poeta indio, que dice:
"Si de noche lloras porque se ha ido el sol, tampoco podrás ver las estrellas".

A veces, se hace demasiado difícil poder ver las estrellas. El ser humano, eternamente insatisfecho, padece cuando no tiene nada y también padece cuando tiene demasiado. ¿Es bueno dar demasiado amor?¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo ella dejará escapar lo que tenemos buscando lo que tampoco disfrutaremos? ¿Y hasta cuándo seguirá pensando que es tarde, que ya no hay oportunidad y que puede sufrir? Pienso que es mejor sufrir amando que vivir vacío. Sin ella todo me falta. Me falta la vida.

© 2009, Armando Maronese
Viernes, 30 de enero de 2009
Sábado, 07 de febrero de 2009

martes, 3 de febrero de 2009

Me estoy sintiendo así, marcado a fuego.

Me estoy sintiendo así, marcado a fuego. Por tus besos, tus caricias y ternura. Dejo que mi alma vuele hacia tu encuentro Para fundirse cual metal junto a la tuya . Este río de amor que me recorre, Surca mi cuerpo y nubla mis sentidos, Mi razón no entiende todo esto que siento Sólo sabe que te quiero toda mía . Con mis manos yo te alcanzo entre las sombras Y te acerco hacia mí con ansias locas Te recorro con mis labios afiebrados inundados de pasión que los desborda. . Armando Maronese

miércoles, 14 de enero de 2009

El mar, las olas, la noche


El mar, las olas, la noche ¿Recuerdas? Dios te guarde mi vida. Sólo Él sabe la grandeza de lo que siento hacia ti. Te amo tanto que deseo cuidarte. Cuidarte para mí. Cuidarte para nosotros dos. Te siento como algo precioso, invalorable, como lo más hermoso que me pudo deparar la vida.

No sé. No sé que palabras poner para explicar lo que siento. Sólo sé que este amor tan grande que siento hacia ti, me hace doler. Pero es un dolor que me produce placer. Duele, pero me siento bien. Me siento grande pensando en nosotros.

Ayúdame vida para explicarlo. Quizás tu tengas las palabras más precisas para ello. En este momento tengo un dolor porque te pienso y no te tengo a mi lado. Además, me juegan los celos. No te rías, pero es la verdad.

Esta tarde estaba pensando, cuando miraba el mar, que caminábamos tomados de la mano por la costanera y luego bajábamos a la playa y nuestros pies descalzos se hundían en la arena donde morían las olas. Jugábamos como dos jóvenes enamorados, pues así nos sentíamos. Siento una fuerza inmensa dentro de mí que quiere salir, pero no la dejo. Quiero que tu abras la puerta para que esa fuerza salga y te abrace, te ame, te bese. Yo luego me encargaré de hablarte suavemente al oído y de besarte en tus labios temblorosos y en tu cuello. Labios temblorosos que esperan recibir mi beso lleno de mis sentimientos, como los míos esperan los tuyos.

Cuan grande es lo que siento. Escribo y las palabras salen a borbotones de mi mente, pero no puedo explicar con palabras precisas como es mi amor hacia ti. Sólo sé que me duele, pero me agrada.

¿Cuántas veces ya te lo he dicho? Pues sí, te amo, pues eres mi todo. Ya, a esta altura, no podré vivir sin ti.

Mira la casita que enfrenta al mar... la que soñamos. Oye la melodía. Ya la tengo dentro de mí y la tatareo a cada momento. Miro la casa y nos imagino a nosotros dos dentro de ella, amándonos.

Piensa en mí querida. Piensa fuerte en mí, pues yo lo hago contigo. El solo pensar en ti me eleva. Me eleva de tal manera que me hace sentir bien, grande y fuerte.

Quiero abrazarte... aprisionarte entre mis brazos. Mirarte a los ojos y ver que me dicen. Luego te besaré... suave, apasionado, jugando con nuestras lenguas... como te agrada.

Nunca olvides lo que siento. En este momento me late fuerte el corazón...

© 2008, Armando Maronese
Sábado, 06 de diciembre de 2008

domingo, 4 de enero de 2009

El beso

Un beso es como morir dos veces: la primera por el deseo y la segunda por el recuerdo de la sensación desvanecida. El beso es el idioma de las almas ¿Qué es el beso? Es un dulce encuentro, después de una larga búsqueda. El primer beso no se da con la boca, se da con la mirada. Lo bueno de los años es que curan heridas, lo malo de los besos es que crean adicción. El beso es una sed loca que no se apaga con beber, sólo se apaga con otra boca que tenga la misma sed. El beso es la expresión de una pasión incontrolable que se manifiesta en el deseo de poseerte. El amor es una pregunta eterna cuyo signo de interrogación son los besos. Los besos robados son siempre los más dulces... el único idioma universal es el beso. El beso es el contacto de dos epidermis y la fusión de dos fantasías... ¿Beso? Un truco encantador para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas. El más difícil no es el primer beso, sino el último. Un beso legal nunca vale tanto como un beso robado... Si vas a robar algo ¡qué mejor que un beso!
. (C) 2009, Armando Maronese

Estoy para ti


Ven amor, que te espero ya en nuestro espacio. Tengo todo dispuesto para recibirte ¿Hueles la casa? La cena está reposando en el horno, el vino enfriándose y el pan cubierto por una linda servilleta bordada.

No encenderé las velas sino hasta que oiga tus pasos cada vez más cercanos a la puerta. Pero eso sí, las lamparitas de mesa que tanto me agradan estarán tenuemente acompañándome mientras te espero.

Aquí todo es cálido, huele a amor, a rosas y cítricos, a cena romántica. La música que tanto te gusta me la grabo en los poros; quiero que cuando me beses el cuerpo, sientas melodías acompasadas en tus oídos.

Al fondo está nuestra cama, pero esta noche nos tendrá que esperar, porque vamos a disfrutarnos mucho, bailando y riendo, abrazados, respirando el olor del bosque que está frente a nosotros.

Amor quiero estar contigo, sé que vendrás y que te esperaré. Que me encontrarás perfumada y que te desnudaré para que uses ropa cómoda. Que mientras me cuentas tus cosas, por tu espalda estoy dándote un masaje y que te beso el cuello, los hombros y las mejillas.

¡Te espero...estoy lista para ti!

Teros

domingo, 7 de diciembre de 2008

Sabrías mi secreto

Si conocieras el secreto
que guardo en mi corazón,
Sabrías
quien es la dueña de ese secreto.
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Si conocieras
las melodías que escucho en mi soledad,
Sabrías
que tan loco estoy por escuchar.
.
Si conocieras
mis deseos de cantar aunque no sepa,
Sabrías
como está mi corazón al desear cantar.
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Si conocieras
las ganas de tenerte junto a mí,
Sabrías
darme una pista si te agrado.
.
Si conocieras
los celos que le tengo a la nada.
Sabrías
guiarme hacia la paz interior.
Si conocieras
cuanto te pienso,
Sabrías
que estoy enamorado de ti.
.
Si conocieras
cuanto te amo,
sabrías
de la turbulencia en mi interior.
.
Si conocieras... sabrías.

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© 2004, Armando Maronese
M, 03 de febrero de 2004

Ritual secreto

Amante mío, estoy desnuda, más fresca que el agua azul
para tu noche de amor. Cada extremo de mi boca,
cada esquina de mis miembros se apresuran como ágiles peces
hacia tus tibias aguas.
.
Amante mío, yo deseo la mordedura de tus dientes
y me encamino temblorosa hacia cada uno de tus dedos,
me detengo a mirar tu cuerpo a través de oscura cerradura
e incontenible deseo se posa en mis húmedos senos.
.
Por ti se escapa la sequedad de mi boca,
mi mirada de brújula perdida en tus rincones,
floto voluptuosa en tus profundas aguas
y me abro como flor nocturna a tu plácida noche.
.
Mi cuerpo,
fiesta fértil y lasciva.
Paséeme solitaria, desnuda ante tu noche,
siémbrame semillas olorosas a sal.
.
Mírame desnuda
con la hermosa sospecha
que mi vientre será fértil
a tu salada lluvia.
.
Mi caverna, tibia y silenciosa, guarida perfecta
de tu solitario cuerpo,
Mi boca es suave entre tus dientes,
mi lengua, pájaro que anida en tu boca.
.
Por mi carne fluye sudor de hierro
y me prendo
como alga marina
a tu confuso mar.
.
Soy la obra inconclusa
con infinitas posibilidades para un final.
Me entrego fácil a tus brazos,
con el misterioso encanto de un ritual.
.
Orietta Lozano (Colombia)

Será bueno

las rodillas cruzadas delante del espejo:
el ruido espacioso de la palabra crece lentamente de por sí
pequeñas divinidades contemplativas cero uno me sonríen
serán un conjuro contra los susurros malignos
lo imposible en tres lecciones
solo para mí
la superviviente de un yo difícil
para mí
la indisimulada alegría de estar viva
el grotesco placer de ser no obstante
frigidus sanguis

pero ahora
flotan por doquier
el invierno lobo
el verano caballo
el otoño oso
.
Iolanda Bob
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Traducerea /Traducción: Joaquín Garrigos

sábado, 29 de noviembre de 2008

Caballos en medio del mar

La ternura de un genitivo perfecto
en un mar imaginario,
acaso como el recuerdo de
un campo secreto,
sembrado de sensaciones catódicas
de antaño.
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Un lago de amapolas al borde de una fiesta,
que alguna vez habrá terminado con
el rapto de las participantes.
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Una conciencia ecuestre en la saturación no erótica,
extraña profundidad de la simplicidad
interrogativa:
mene fugis?
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Por Iolanda Bob
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Traducción Joaquin Garrigos
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Găsiti poemul meu, Cai în mijlocul mării, în limba română… aici:
Pagina de poezie

miércoles, 26 de noviembre de 2008

La melodía del alma

Hoy quiero dedicarte una hermosa melodía... Escribiré con letras los sonidos... Usaré palabras que deleiten tus oídos.. Como únicos instrumentos, tomaré mi pluma y mis sentimientos... Habla mi melodía de un mundo diferente... Allá lejos, dónde sólo llega la mente.

El primer sonido es el silencio, la paz del alma y la conciencia... Poco a poco se invade el aire, con el suave ritmo del corazón, al igual que un reloj: tic-tac, tic-tac. Se levanta una suave brisa, y acompaña su sonido, cual hermosa sonrisa. Cae una hoja del árbol, suena como un cascabel, tintinea dulcemente al caer.

La risa de un niño a lo lejos, hace mi canción enternecer... En el aire las gaviotas, acompañan sin querer. De pronto la brisa se convierte en aire, el aire en viento, y siento su fuerza dentro. El mar se enfurece, las olas con fuerza, rompen en el acantilado embrujado.

Mi corazón se estremece y suena ahora al unísono, de las enfurecidas olas del mar. Los sentimientos revuelven mi espíritu, mi alma parece salir con fuerza y volar. Se levanta una inmensa tempestad. Una tormenta que mil rayos y truenos hace sonar. Lloro y grito con fuerza desesperada, para alcanzar mi alma que quiere escapar.

Miro al cielo, las lágrimas nublan mis ojos, pero veo la tormenta, poco a poco, amainar. Vuelve a convertirse el viento en aire, el aire en suave brisa, y recupera su sonrisa. Regresa la melodía del silencio, el suave tic-tac del reloj... descansa en mi corazón.

Vuelve a reír el niño, con su risa inocente... Caen las hojas del árbol dulcemente. Siento de nuevo la paz en mi espíritu, regresa mi alma despacio y con calma. He alcanzado el mundo diferente, aquél que tan sólo existe en la mente.

¿Has oído la hermosa melodía? Es la música del alma. No la puedo interpretar, pues ningún instrumento musical aprendí a tocar... Tal vez tú, la puedes alcanzar. Pero ahora estás cansada. Duerme. Duerme, con mi dulce canción.

© 1992, Armando Maronese
Jueves, 9 de noviembre de 1989

lunes, 24 de noviembre de 2008

Esos momentos... en soledad y con amor

A veces me agrada estar en soledad... a veces no. Usualmente estando en soledad, escribo versos y prosa que para mí son hermosos; no sé que opinan los demás sobre los mismos, pero eso es lo que menos me interesa pues yo escribo para mí, para mi corazón, salvo... que escriba para alguien en especial. Otras veces la soledad no me agrada... todo es según el estado de ánimo.

Hay personas que adoran la soledad; otras que la detestan. Todo depende, de cómo y con quien. Yo me puedo sentir muy solo en un lugar lleno de gente o aún estando acompañado. Y supongo que eso ocurre a muchos.

Dicen que la soledad no es buena compañera. También depende de cada uno y de su estado de ánimo. Yo he navegado mucho tiempo en soledad, acompañado solamente por el mar, la luna y las estrellas o el sol y me he sentido muy bien. También he navegado en buena compañía.

La soledad no es buena amiga, dicen, y menos aún cuando no fue producto de elección alguna. Su peso a veces agobia y las simples amistades no amenguan sus efectos. Puede ser, sí, que cuando llega sin ser invitada puede ser muy agobiante.

También dicen que la soledad no es buena consejera tampoco. Pero no estoy totalmente de acuerdo en ello. Usualmente, a mí me ha aconsejado siempre bien, pero no dejo de reconocer que para otras personas no sea una buena consejera.

Pero el vivir mucho tiempo en soledad y me refiero a vivir sin amor de pareja, que puede ser conviviendo o no, hace que se contraigan ciertos hábitos a los que luego es difícil renunciar o dejar de lado. Uno se acostumbra. Se ensalza y glorifica la libertad de acción, ese terror a perder la libertad, de movimientos, de no tener que dar explicaciones de tiempos y salidas...

Pero no es tan así..., pues al regresar al hogar y saber que se está solo con uno mismo, inevitablemente, el dejo de tristeza y melancolía nos acompañará permanentemente sin que nos demos cuenta, y cuando reaccionemos al ver la realidad, ya será demasiado tarde.

En realidad para mí el demasiado tarde no existe para la mayoría de las cosas terrenales, pero nuestra mente es tan misteriosa, que en cuestiones del amor nunca se sabe...

¿Qué cosa hay más bella que el amor? Si bien a veces me refiero al amor en general, en este momento me refiero muy especialmente al amor que uno siente a ese ser tan especial que nos abre su vida, que nos entrega su corazón, que nos da todo sin pedirnos a cambio nada más que nuestro amor. La entrega, ese sentimiento tan bello que nos hace sentir eso tan maravilloso en nuestra espalda y en nuestro estómago.

Tan hermoso es este amor, que fue el causante del origen de nuestras vidas. Además, es el causante de la sonrisa perpetua en nuestros rostros y de la brillantez de nuestros ojos.
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Armando Maronese
D., 23 de noviembre de 2008


Vivir el hoy...

El ayer ya pasó, el mañana puede ser una esperanza o una incógnita; el hoy es lo importante y valedero. Que cada momento que vivimos hoy con o pensando en la persona que amamos, sea lo más importante que sintamos y lo más preciado. Debemos hacer de esos momentos algo mágico e insuperable con la entrega total de nuestro ser, en el amor y en lo físico (todo es mental). Si obramos así, nos dejará ver esa luz que nos alumbre el mañana.

Cada minuto del hoy es irrepetible y por eso lo debemos superar momento a momento. Debemos hacer de nuestros momentos, eternos y que perduren en nuestros recuerdos. Los minutos pasan y se nos escurren de nuestras manos como el agua de nuestros dedos.

Debemos hacer que el amor y la pasión, crezcan minuto a minuto, sin egoísmos ni intereses ocultos. Por eso debemos dar a la persona amada, lo mejor de nuestra alma y de nuestro corazón. Lo más noble, puro y sincero.

No nos aferremos a cosas banales; vayamos a lo mágico y valedero. Cimentemos y construyamos, aunque más no sea de a poco, lo que sentimos. La vida es hermosa y nos ofrece todo, está en nosotros elegir, pero lo importante es no herir, no engañar.

He vivido mucho y he desperdiciado cosas hermosas, y eso me ha hecho comprender a esta altura de mi vida, que tengo tan solo una y sé que esa vida se compone de momentos y estos de pequeñas cosas, y esta vida no es nada más ni nada menos que un reloj de arena que no se puede dar vuelta para recomenzar.

Cuando malgastamos uno de esos momentos, destruimos a otro. No sabemos si mañana estaremos vivos. Por eso, si malgastamos el que la vida nos otorga hoy, ahora, en este momento, destruimos la última página de nuestras vidas. Por lo tanto debemos aprovechar cada minuto al máximo, tratar con mucho amor cada uno de ellos porque sabemos que no retornarán jamás ya que –quizás-, mañana no estemos para poder decir: te amo.
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Armando Maronese
D., 23 de noviembre de 2008


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Hacernos el amor

¿Te agrada acaso que te hable del amor? Pues pone tu cabecita sobre mi pecho y mientras te acaricio el cabello y tu cara, lo voy haciendo.

Hacernos el amor. Hacernos el amor es como estar naciendo. Es amanecer en todo nuestro cuerpo. Es no tener pasado ni recuerdos.

Es lamer la piel que cubre la carne estremecida, el grito, el mar bullente, las rítmicas oleadas de la sangre, la torva oscuridad de los abismos, las barcas sin amarras, la lava del volcán, el rosal florecido, la voz ronca que murmura palabras sin sentido.

Es circunscribirse exactamente a los límites que nos otorga el amor, con todo el respeto que nos merecemos. Es amarte hasta la locura, es mirarte y comprender. Es caminar tomados de la mano y mirarnos amorosamente. Es sentarnos a conversar; es reírnos de lo que nos hace gracia. Es sentirnos atados por un lazo invisible.

Es también el límite de nuestra cama, sin salir ni un milímetro de ese contorno que es todo para ti y para mí. Que el cielo baje y que el infierno suba y crezca, como un bosque brotando lentamente en ese cielo.

Hacernos el amor es estrenar las ansias, es convertir caricias y los cinco sentidos en algo nuevo. Hacernos el amor es multiplicar por dos todo lo bello, lo mágico, lo sublime. Es dar y esperarlo todo.

Es tener la generosidad más exagerada y, a la vez, el egoísmo más atormentado. Es vernos por primera vez. Oírnos por primera vez. Tocarnos por primera vez. Olernos por primera vez. Es lamernos por primera vez. Sentirnos por primera vez el gusto agridulce de la transpiración y los jazmines. Que cada vez sea la primera vez, como un ciclo que comienza, como comienza el día y como comienzan las cuatro estaciones.

Es que la otra seas tu, y yo el otro y ambos seamos sabios; y que sepamos de qué manera y con qué ímpetu se puede lograr la unidad perfecta.

Es la sed del desierto interminable... Es ser cántaro y canto, playa quieta y tormenta... Y es, de pronto, la jugosa fruta que la abreva.

Suavidad de satén, aspereza de tronco, huracán y silencio... Juego sereno, caballo desbocado, vértigo...

Es escalar altas cúspides. Es descender hasta el fondo del océano. Marearnos entre nubes y medusas.

Hacernos el amor es concentrarnos los dos para hacernos vibrar, para hacerte mía con solo mirarte, para me hagas tuyo cuando me mires con esos hermosos ojos verdes, mientras mi cara se envuelve entre tus cabellos rubios...

Es hacer explotar nuestros cuerpos viéndolos hermosos, aunque no lo sean, porque lo que los vuelve hermosos es lo que se siente, lo que nos hacen vibrar, estremecernos, lo que nos hacen sentir, lo que nos brindan. Hacernos el amor es vencer a la muerte, relegarla, perderle el miedo y el respeto.

Es creernos y quitarnos de encima las costumbres y los prejuicios, para poder ser otra vez niños. Es ser un puerto al que los barcos llegan... Es el camino que nos trae de regreso... Es concentrarnos en el sentir del otro, como el verano se concentra para hacer las ciruelas y los duraznos.

Es poner las dos manos y la lengua para hacerle al otro, todo lo que nos pida, para cumplirle todos sus deseos... Es saber que la puerta está abierta, pero nos quedamos porque nos gusta con quien estamos.

Y nos quedamos porque el amor nos necesita y lo necesitamos, porque el encuentro de dos seres que se gustan y se aman, es el verdadero milagro, el más difícil, el más importante.

Hacernos el amor es la piel con la carne estremecida cuando me acaricias; es el grito de placer que se escapa de tu boca cuando te beso, te lamo y mordisqueo los pezones; el rítmico movimiento que te provoca que te penetre una y otra vez. Que entre y salga de tu cuerpo ardiente.

Hubiéramos podido cruzarnos por ahí sin vernos, mirando hacia otro lado, distraídos, o haber pasado en momentos diferentes, o no haber pasado nunca... Y no nos hubiésemos encontrado. Pero el destino o la vida, hizo que nuestros caminos se cruzaran...

Tuvo que haber un "algo", un mandato divino, una muy bien estudiada casualidad, para que, entre los cientos de millones de habitantes del mundo, tu y yo coincidiéramos en el mismo lugar y al mismo tiempo. Y que tu supieras. Y que yo supiera.

Para que alguna vez los dos supiéramos... alguna vez, quizás, que hacer el amor es siempre un estreno, como enamorarse. Y no subir o volar hacia las estrellas, sino traerlas a nuestro lado, para que ellas produzcan el luminoso incendio, el fuego purificador que transforma la carne en todo Cielo...

® 1ª E. 2000, Armando Maronese
® 2ª E. 2008, Armando Maronese
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martes, 11 de noviembre de 2008

¿Tu eres el mar?


En el borde del acantilado estoy parado. Roca, roca y más rocas. Abajo, el mar tempestuoso castiga con todo su furor contra las mismas. Sus olas me mojan y el viento me empuja.

Siento frío, mucho frío y mi cuerpo tiembla, pero no puedo quitar mi mirada de tu cuerpo, allá abajo. Tu cuerpo desnudo. Ese cuerpo que tantas veces besé y creí que sería eternamente mío, y aunque el mar me azota con más fuerza, te sigo mirando.

Ya no puedo sostenerme, pero tampoco puedo dejar de admirar tu cuerpo dándome la espalda. Mis ojos de amante desesperado y cansado, se están corroyendo por el agua del mar que los castiga, pero sigo mirándote, observando tu cuerpo hermoso dándome la espalda.

Quiero subir, subir para salvarme del mar, subo a otras rocas pero las olas me atrapan. Y te sigo mirando cuando siento que el mar me arrastra hacia sus entrañas.

Me tomo del borde de una roca filosa que me lastima y siento dolor, pero que desaparece cuando ahora observo tus ojos verdes mirándome, mientras tus cabellos rubios y mojados caen sobre tus bien formados hombros desnudos.

De pronto dejas de mirarme y ya no me importa nada. No me importa sostenerme por mi vida en peligro. Ya no me importa. Ya dejé de querer el mar, de amar la luna que ahora te alumbra. Ya todo está sellado y yo atrapado y sin salida, ya no me miras pues has dejado de amarme.

Ya no tengo tu amor, ya no tengo cuerpo, ni tu boca de finos labios, ni tu cara de nariz perfecta. Que hermosa eres. Tampoco tengo ya tus senos de erectos pezones. No tengo tus brazos. No tengo tus piernas. No tengo nada. Nada de ti. Y mientras hago los pocos esfuerzos para sostenerme, te veo con tu cabello mojado. Ahora me observas con tus hermosos ojos verdes, como si nadie pudiese tocarte ni corromperte, pero me extiendes el brazo como queriéndome tomar.

Ya no estás, no te veo; pero sí te veo. El mar me traiciona. El mar, mi viejo amigo, ahora me engaña a pesar que lo he amado durante tantos años. Ahora ese amor me arrastra hacia la muerte. Y ahora te veo ¿Haces lo mismo conmigo? Pero te veo entre las aguas del fondo y tu mirada es la misma, como igual el brazo extendido que me llama.

Reviven de nuevo hacia ti mis sentimientos, ya no me importan ni el mar ni el viento, sólo me importas tu. Pero te veo atravesada por las olas en un instante y por las corriente del fondo en otro. Es tu cuerpo atravesado por el mar el que me llama.

Tu belleza es radiante y tu sonrisa dulce y eso predomina sobre todo lo demás. Nada más me importa; sólo tu. Quiero tomar tu mano extendida hacia mí, pero ya no puedo. No tengo de donde tomarme ni tampoco fuerzas para hacerlo. El mar me atrapa y las afiladas rocas hieren mi cuerpo. No puedo. Tu sigues mirándome, pero ya no oyes mis llamadas de angustia. Estoy solo. Siento el latir de tu corazón en el golpe de cada ola y tus penas que cantan.

Siento la sal del agua del mar en mi boca y recuerdo la sal de tu cuerpo. Recuerdo tus gemidos. Recuerdo tu espalda. Ya me entrego, no me quedan fuerzas. Me entrego al mar del mismo modo que me entregué a ti. Ya no respiro, ya siento como muero y entonces desde el fondo te veo, en la superficie, de frente, sonriéndome a la luz de la luna.

Armando Maronese
M, 11 de noviembre de 2008
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domingo, 9 de noviembre de 2008

Poema nº 7

Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
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Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.
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Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
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Sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
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Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
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Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
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Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.
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Pablo Neruda
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martes, 8 de abril de 2008

Andanzas de los enamorados

Ven amada mía, vayamos por aquí.
Caminemos por la arena
y que nuestros pasos estremezcan
el silencio cálido de la noche...
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Mi mano en tu cintura, tu cabello en mi cara,
travieso juego del viento...
Luz plateada proyectando sombras alargadas.
¿Somos de este mundo, amor?
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No digamos nada, sólo mirémonos.
Vaciemos nuestras mentes,
inundemos nuestros corazones
y sintámonos fundidos el uno en el otro.
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Así, en esta playa de la Villa
en sombras y sin nombre,
andemos nuestras querencias,
lejos del ruido y de miradas intrusas.
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Reposas tu cabeza en mi hombro. Tranquila.
Percibo tu límpida fragancia de muchacha pulcra,
que llega hasta mi nariz y va,
directa a hacer latir con fuerzas mi corazón.
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No hace falta nada más. Todo está.
La noche, la luna, las Tres Marías,
el viento, el ruido de las olas, tu presencia...
Todo lo tengo en mi mano aferrada a tu cintura.
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Amor, cuanto te quiero.
¿Desearte? Es poco...
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Armando Maronese
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L, 14 de enero de 2008

miércoles, 2 de enero de 2008

Ritual secreto

Amante mío, estoy desnuda, más fresca que el agua azul
para tu noche de amor. Cada extremo de mi boca,
cada esquina de mis miembros se apresuran como ágiles peces
hacia tus tibias aguas.


Amante mío, yo deseo la mordedura de tus dientes
y me encamino temblorosa hacia cada uno de tus dedos,
me detengo a mirar tu cuerpo a través de oscura cerradura
e incontenible deseo se posa en mis húmedos senos.


Por tí se escapa la sequedad de mi boca,
mi mirada de brújula perdida en tus rincones,
floto voluptuosa en tus profundas aguas
y me abro como flor nocturna a tu plácida noche.


Mi cuerpo,
fiesta fértil y lasciva.
Paséeme solitaria, desnuda ante tu noche,
siémbrame semillas olorosas a sal.


Mírame desnuda
con la hermosa sospecha
que mi vientre será fértil
a tu salada lluvia.


Mi caverna, tibia y silenciosa, guarida perfecta
de tu solitario cuerpo,
Mi boca es suave entre tus dientes,
mi lengua, pájaro que anida en tu boca.


Por mi carne fluye sudor de hierro
y me prendo
como alga marina
a tu confuso mar.


Soy la obra inconclusa
con infinitas posibilidades para un final.
Me entrego fácil a tus brazos,
con el misterioso encanto de un ritual.


Orietta Lozano, Colombia