Llueve en la ciudad y estoy tan triste,
que los grises se mezclan con mi alma.
Cada gota que cae me recuerda
el sabor amargo de las lágrimas.
Camino sin sentido por las calles,
sólo escucho una voz en mis oídos.
Que lástima, que muerde mis entrañas,
porque dice que ya todo esta perdido
El murmullo de la gente ya no escucho,
ni el chasquido de baldosas a mi paso,
sólo siento un gran frío que se cuela,
no hay abrigo que pueda soportarlo
Sólo oigo un latir enloquecido
de un corazón que ruge desangrado.
Se deshace en cada golpe, ya se muere,
mas no deja de sentir lo que ha pasado...
.
Armando Maronese
(Septiembre de 2007)
No hay comentarios:
Publicar un comentario